domingo, 21 de agosto de 2011

Un lugar donde volver...




Cuando uno cree que lo tiene todo a favor, a veces la vida se encarga de mantener la raya,en la amistad hay ciertos momentos para compartir, momentos para llorar, pero sobre todo, momentos para ayudar.
Una decisión tomada a tiempo, puede ser lo que la otra persona necesite para poder seguir adelante.
Aquella mañana, me sentía bastante bien, el descanso, y el día animaba a ello,por lo que acudí al encuentro del sol, para percibir las sensaciones del ambiente.Junto a mi inseparable amiga de camino, emprendí un viaje hacia...,no se, hoy no tenia fijado un punto en la ruta, cogí el coche, y subí las montañas, cerca de casa, había un lugar en las alturas que favorecía la admiración del paisaje para hacer fotografías, realmente preciosas,hice unas cuantas, pero aquello no llenaba mis expectativas. Así que ,me volví al coche, y baje la carretera de la montaña, en busca de algo que fotografiar, a la salida de la ciudad, me esperaba un atasco, todos los que salían el domingo con la familia,o iban a hacer un poco de turismo hacia lugares cercanos, acababan de salir taponando la autopista, así que una vez metida no quedaba otra que aguantar, cogí el primer desvío que me permitía descansar de tanto vehículo, hacia un pueblecito de las afueras, donde el campo se mostraba en su plenitud,un tractor con arado, se veía a lo lejos, pero antes de entrar de lleno en el termino municipal del pueblo, ya se había colocado detrás de mi . Llegue a la plaza del pueblo, lugar de reunión en verano de las gentes del lugar, una fuente en medio, típico de esos pueblos, y las gentes agolpadas a la salida de la iglesia, la misa acababa de terminar, sus mejores galas, vestían de domingo,y de ahí al bar del pueblo, donde tomar algo fresco antes de irse a comer y luego a dormir la respectivas siestas, muy común en esos pueblos en verano.Me llamo la atención una mujer, que estaba sentada en una pequeña silla de madera, ya roída por los años, y saque la conclusión que compañera de descanso de aquella mujer durante toda su vida.



Me acerque, le di los buenos días  levanto la mirada, y me saludo, comencé a hablar con ella  lo típico que se dice en estos casos para empezar a entablar una conversación, el calor.La mujer respondió amablemente, diciendo que aquel verano había sido muy fuerte de calor, que a sus noventa y ocho años, recordaba solo uno así, cuando era una joven todavía.


Me pregunto, que si conocía a alguien en el pueblo, le respondí que no, que solamente venia a conocerlo, y a hacer fotografías de el."Pues aquí poco puede usted fotografiar, la verdad","aquí nunca pasa nada nuevo".
Solté una carcajada, y la mujer me acompaño con su sonrisa, le respondí que ya había encontrado algo, a ella, ahora si que soltó una carcajada grande, y seguidamente me dijo: ¿ a mi ?, "Pues pocas fotos entonces va a sacar usted" y volvió a reírse.
En ese momento yo le explique que retrataba momentos interesantes y bonitos, y que este era uno de ellos, que a mi me bastaba con sus sonrisa, y con su pequeña historia de la vida de aquel pueblo.Mejor guia no pude encontrar, cogida de mi brazo, disfrutamos de un paseo, por el pueblo, me indicaba quien vivía en cada casa, de quien era aquella tierra,o aquella otra,y cuando llegamos a su casa, me hizo entrar, brillaba en limpieza a pesar de ser viejita, estaba admirada, me contaba que se levantaba todos los días a las siete, que había que aprovechar el día, que limpiaba su casa antes de salir, y que esperaba pacientemente en su puerta,
la llegada del panadero, y el pescado que venia de la ciudad para poder comer, y preparar sus platos, a diario,que comía de todo, y no sabia si alguien apareciera por la puerta para comer, y que por eso, preparaba bastante comida, de pronto, coloco dos platos en la mesa con sus correspondientes tenedores, dos vasos,una botella de vino, y el pan del día, una hogaza grande y crujiente. Casi me empujo para sentarme,me hizo soltar la cámara, no era hora de eso, que ya tendría tiempo después para fotos, había que comer,abrió la olla que tenia al fuego, salia un olor muy especial de aquel recipiente,cuando me coloco el plato delante,me quede con la boca abierta, al principio pensé, con el calor que hace un potaje de judías blancas,ufff!! había que ser valiente para comérselas , pero a medida que iba comiendo,mis sensaciones eran cada vez distintas, buenísimas estaban aquellas judías.Sudaba la gota gorda, pero merecieron la pena, cuando termine de comérmelas, me sorprendió con una tarta hecha por ella, y que solo hacia los domingos, ¡¡ por dios!!, no me entraba mas comida, pero insistió tanto que no pude negarme a comerla,por supuesto una delicia.Lo mejor estaba por venir, después de un rico café de puchero,aquella mujer salio de la cocina, tardaba un poco, pero al volver, me dijo que la acompañara, en el salón me esperaban unas sabanas blancas que relucían sobre una almohada hecha con un cojín, me dijo que me acostara a dormir la siesta, pero si dormía aquella siesta después de tanta comida,mis esfuerzos para tener una figura mas o menos compensada, se irían al traste, pero no me quedo otra,era paso obligado en el pueblo y en aquella casa.Me quede dormida, al poco tiempo, entre el fresco de la casa, y mi imposibilidad de poder moverme, tan llena.Eran las seis de la tarde cuando desperté, y allí estaba ella, con mas comida,jajaja, era la hora de merendar,café, pasteles y una fruta,jamas había comido tanto, nuevamente mis movimientos eran lentos cuando termine mi merienda...
Mientras, habíamos conversado sobre su vida en el pueblo, su trabajo en el campo, y sus hijos que la habían abandonado para irse a la ciudad, sin acordarse de ella, ella contaba que solo uno de ellos, iba cada día a verla, a interesarse por su salud y sus necesidades y a llevarle las cosas que en el pueblo ella no podia comprar.Y llego el momento de las lagrimas, ella no entendia, porque después de su amor por ellos, por enseñarles cada día a sobrevivir,eran tan distintos unos de otros, seis había sacado ella sola, su marido murió con treinta y cinco años, y no entendía que había hecho mal para estar tan sola, y buscaba en su mente algo que la hiciera entender porque ahora no volvian.Ni siquiera una llamada, pero era feliz, esperaba sentada en aquella silla, el regreso de su hijo, y esperaba, tambien el regreso de los demas, aunque sabia que no iban a volver.Hice fotos de ella, de su casa, de su patio, en definitiva, de su vida, y le prometi que la iria a visitar todos los domingos, que se había ganado otra hija,y que iria siempre a verla.Me dio un beso, me acaricio la cara, y lloro sobre mi hombro dando gracias, porque los hijos siempre vuelven aunque sea en los pensamientos.Me despedi de aquel pueblo donde había dejado a una madre, a una mujer valiente, a una mujer admirable, y a la que desde entonces iria a visitar cada domingo.Sabiendo que tenia un lugar donde volver, donde alguien me esperaba sentada en una vieja silla roida, para darme su cariño, sus abrazos y unos besos muy dulces y sinceros. 


¿ No tienes una historia que contar?, estoy segura que si, tus sentimientos, tus emociones, todo tiene cabida en este blog, recuerda que viven de las palabras escritas en ellos.Enviamelas aquí!!.Gracias por compartir con el mundo este trozo de mis sentimientos, bienvenid@ siempre.Un saludo!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los hijos que te trae la vida siempre están cerca, es porque en tu mente, tu alma y tu corazón siempre están presentes y aunque quizás nunca vuelvan el amor de madre siempre les acerca. Muy bueno tu post amor mio!!