martes, 22 de noviembre de 2011

La mina, sacrificio de una profesión...


Todos los días, salia de su casa, con la misma esperanza, pero también con el mismo desasosiego,volver.Siempre cargado con una maletita de metal donde llevaba, la comida, y una fotografía de los suyos,su mujer y sus dos pequeños de cuatro años y tres meses.Llegaba en la oscuridad de la noche cuando todavía las luces del amanecer eran tenues y poco claras,aparcaba el coche a la entrada de la mina.Los alrededores eran oscuros, incluso de día,el carbón fue su compañero de años,y seguiría siéndolo como el decía hasta que llegase el momento de que sus huesos y su cabeza estuviesen al máximo,o que Dios dispusiese otra cosa.Bromeaba con sus compañeros antes de entrar en aquel cajon de metal que chirriaba como si fuese a desarmarse totalmente.Su casco, sus botas, y su traje negro,tosian algunos de ellos,sus pulmones estaban ya muy tocados por ese polvo malvado, que se encargaba de recordarles que aquella vida solo era para valientes, para personas con un espíritu de superación por encima de los demas.
Metros y metros tierra adentro,y aquel ruido de hierros infernal no dejaba de sonar,hasta que de golpe, pegaba un salto,y les recordaba que habían llegado a los confines de la tierra donde ya solo se hablaba de carbón, de subir y bajar y de trabajar a tope para sacar el máximo posible al día.

Así un día y otro día,pero aquel lunes fue distinto,hubo una explosión,los gases acumulados en una de las galerías, no habían encontrado su hueco, y se había concentrado en aquel lugar, mandando todo al traste.
Siete hombres estaban allí,el y el resto de sus compañeros, escucharon temblar sus pies, pero aunque intuyeron lo trágico, no lo supieron hasta que no escucharon las sirenas de aviso de emergencia. Tenían que salir de la mina, dejando atrás a aquellos compañeros con los que momentos antes, habían bromeado y reído de las cosas cotidianas.Era duro, muy duro, pensar que debían salir y guardar su vida, ante la desgracia de otros.Los equipos de rescate estaban ya por llegar,pero el en un descuido de sus jefes, entro de nuevo en el ascensor y bajo a la mina,no podía dejar allí a aquellos hombres a su suerte, prometió solo mirar haber como estaba la situación, grito a sus jefes mientras bajaba.El miedo a medida que bajaba se apodero de el, y saco su fotografía, los miro detenidamente,su familia quedaba atrás mientras aquellos hierros chirriantes, le descubrían una realidad tremenda, y a la que ya se había enfrentado varias veces.Cuando llego al final, y abrió la puerta, bajo del ascensor, oía gritos de dolor, a través de las piedras, y comenzó a levantar cada una de ellas, animando a sus compañeros, y comunicándoles que ya todo estaba preparado para salvarles, se le escapo el tiempo, para los de fuera fueron seis largas horas, de agonía sin saber si contaban con sobrevivientes o como en otras desgraciadas ocasiones, debían contar solo con los cuerpos.

De pronto, el ascensor se escucho rodar,¡alguien subía, estaban vivos!, después de la travesía mas larga de sus vidas,todos salieron de allí,y tras de si, nuevamente se volvió a escuchar una nueva explosión,temblaron sus pies, pero ya la brisa fresca de la montaña, les había llegado a los pulmones, y abrazados a sus familias, daban gracias por estar allí, hablaban de un ángel, que había tenido la valentía de no abandonarlos,y formaron  un grupo a su alrededor, algunos lloraban, otros simplemente lo abrazaban, y el se sintió bien, pude abrazarlos a todos y eso es lo que cuenta...

Las imágenes de todo aquello, se me clavaron en la retina para siempre, su espíritu de sacrificio, su lealtad a sus compañeros, y sus ganas de vivir...
Gracias por leer mi blog, comenta los relatos, me encantaría saber si te gustan.Un saludo!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los trabajos mas sacrificados y arriesgados del mundo ademas delos mas antiguos que se conocen.
Sin embargo aun hoy con todos los avances técnicos a la mano siguen ocurriendo a veces desgracias que quizás no lleguemos a conocer nunca.
Excelente relato.

Fernando dijo...

Hola Maite!

Un descubrimiento tu blog. Prometo volver con más tiempo para recrearme en su lectura.
Besos