martes, 20 de octubre de 2020

Cuando el frio llega....

 Uffff!!! hoy al abrir el blog y ver la fecha de la ultima publicación la verdad es que me he asustado. Desde el 2016 sin poner en marcha este rincón de lectura ,muchísimo tiempo, y si tengo que buscar un motivo para contaros porque, podría decir muchos, o los de siempre, no he podido, el trabajo, mis hijos, mi casa, pero aunque en parte es cierto, la verdad es que había dejado de escribir porque las redes sociales me quitaron ese lugar, donde poner en marcha mis ideas, mis sueños y porque no decirlo, mi imaginación para escribir. Es increíble, como nos metemos de lleno en ese mundo donde compartir en tiempo real es lo que te mueve, contar lo que haces, publicar tus trabajos, contar parte de tu vida te absorbe , y lo hace de tal manera que ya no puedes parar... O si. En este momento, acabo de parar y decidir que tengo que volver a retomar y contar lo que guardo en mi mochila de viaje junto a mi cámara, como antes, como siempre.

Y así comienza de nuevo esta historia de esta vieja mochila y esta vieja cámara de fotos y esta vieja mujer que pretende guardar cada instante, cada lugar, cada rincón y cada momento para que en tiempo real y a través de mis fotografías pueda acordarme de todo lo vivido. Y la verdad es que cuando llegue a aquel puente de piedra, lleno de humedad y vegetación sentí frio, se colaba entre mi abrigo, entre mi piel, en aquel bosque lleno de rincones oscuros que pretendían oponerse al sol, cruzando sus ramas para imponer su poder natural, y aunque el sol aprovechaba cualquier pequeño rincón para colarse era difícil buscar un lugar para quitarse el frio. La época del año tampoco acompañaba, el otoño se había adentrado en cada rincón y aunque durante el día la temperatura era agradable, cuando el sol se marchaba hacia otros rincones del mundo, las sombras de la noche acompañaban a una brisa ligera, fría y húmeda. Mi cámara también sufría esa humedad, le costaba aclimatarse a las ordenes de disparos que mis manos le ordenaban, y parecía revelarse a trabajar, pero yo mandaba y a aquella vieja viajera no le quedaba otra que seguir respondiendo. 

Imagen sacada de Internet

Mire a mi alrededor pensando en que tenia que tratar de salir hacia un lugar donde poder resguardarme, la noche iba a llegar y mis huesos ya no estaban para dormir a la intemperie. Cruce el puente de piedra, debía caminar para saber adonde iban a ir a parar mis pies. Mientras caminaba, dejaba constancia de donde venia, clics y mas clics, guardaban toda aquella información. Parecía que aquel sendero no terminaba nunca, y que el bosque me engullía con sus ramas. Después de un tiempo caminando y casi de noche, a lo lejos se asomaron unas pequeñas luces, camine hacia ellas, a estas alturas, solo quería darme una ducha de agua caliente, comer algo y dormir, sobre todo dormir, había sido un gran día pero un día pesado y duro de camino. Las luces no eran otras que un pequeño pueblo de casas de piedra, pequeñas y apiñadas, y que lo mas grande que había era su plaza, donde dos o tres bancos de piedra, un bar pequeño y el ayuntamiento, decorados con tres arboles, de tronco delgado y ramas endebles, decoraban la zona mas importante del lugar. Al entrar en el bar, dos mesas ocupadas, con unos lugareños jugando a las cartas y un hombre de mediana edad detrás de la barra, todo se detuvo por un momento, me miraron y se miraron, bueno, era lo normal, casi anocheciendo, alguien entra de pronto en su lugar casi de culto diario, donde se disciernen temas peliagudos de mas allá de sus limites de tierra, la rivalidad con los pueblos vecinos, el nieto, la hija, y la vecina que hoy a visitado el hospital, mas allá de eso, yo, era la extraña llegada de pronto.

Imagen sacada de Internet

Después de hacerme un autentico chequeo visual y preguntarme hasta donde había comprado mi mochila, me ofrecieron un plato de un caldo espectacular, calentito, queso, pan y un buen vino, lo que hizo olvidarme de aquella humedad y aquel frio vivido momentos antes. Me ofrecieron una habitación en la parte de arriba de la casa y un buen desayuno al día siguiente, que mas se podía pedir. Y entre aquellas sabanas duras, casi de cartón y las dos mantas, fui cerrando los ojos recordando todas las imágenes de aquel fantástico día. y dejando para mas tarde.... mis próximas aventuras junto a mi vieja cámara.

No hay comentarios: