sábado, 20 de agosto de 2011

Recuerdos de una gran ciudad...


Caí en la cuenta, de que hacia mucho tiempo que no recorría mi ciudad, para poder tomar instantáneas de todo lo que acontecía en ella.Una gran ciudad, es un complejo entramado de gentes, vivencias, y culturas, todas ellas mezcladas y compartidas por todos.Pues bien, yo era una mas de ese entramado, y como tal, debía colarme entre ella para poder compartir ciertos momentos.Mi fiel amiga, estaba preparada para el momento, y en la mochila llevaba carretes de sobra, ya se sabe que en las grandes urbes, hay infinidad de gentes y imágenes que recoger, y admirar.
Nada mas salir, vi como un niño apenas tendría catorce o quince años, ayudaba a un anciano a cruzar la calle, imagen poco habitual en los tiempos que corren, pero yo soy de las que pienso que todavía hay personas con esa buena disposición. Había un ruido infernal coches, autobuses, taxis y motos, todos empeñados en hacer de la ciudad, un lugar donde caminar tranquilamente, era prácticamente imposible.La gente corría de un lado a otro, metro, tren,una autentica carrera estresante, que a pesar de vivir allí, yo no comprendía.No es que me tome la vida con demasiada calma, pero me parecía que aquel ritmo no era bueno.



Cruce una calle cercana a un gran centro comercial,lleno de gente por supuesto, había en la puerta dos hombres, uno portaba una flauta, el otro una guitarra, tocaban una canción?,jajaja, no se si aquello se parecía algo a una canción, ellos mismos se reían,los observe durante un rato, y después de escuchar durante un rato aquel ruido, y fotografiar a los artistas, me adentre en el centro comercial, a que me aturdiesen un poco mas,gentes con bolsas, otras agolpadas en los escaparates, y las tiendas imposibles, al final de los pasillos, había una fuente, llena de plantas, y bancos ,era un lugar de relax, que alejaba el barullo de aquel sitio de compras compulsivas, había dos personas, sentadas leyendo tranquilamente, como si en aquel sitio se hubiese detenido el tiempo, después del frenetismo de unos pocos metros mas allá.Me senté, cogí unas imágenes del momento, y cerré mi cámara por un rato. Estuve allí sentada admirando la nada, durante mas o menos media hora, y me levante entonces, nuevamente, para salir de allí, y poder seguir retratando momentos de la ciudad.
Cuando salí de aquella algarabía suspire, y me fui camino del parque grande que había unas calles mas allá,

No había nada interesante para fotografiar, así que colgué mi cámara al cuello, y me encamine al lugar.Arboles, paseos, senderos y un lago era el paisaje que me encontré.Una paz que trataba de buscar y al fin había hallado, pasee sin prisas, tome imágenes de todo lo que me encontré. Y descanse un rato, admirando a los niños correr, algún que otro deportista haciendo sus ejercicios habituales, parejas de ancianos paseando y charlando, en fin, un mundo aparte, de entre todo aquel ruido. Iba a coger el sendero de la izquierda, pero me decante por el del centro, unos carteles indicaban, los tipos de arboles que había, las flores, y los lugares donde poder descansar, y como siempre en mi vida, hay cosas que no dejo de admirar y que me sorprenden,en un banco había sentados dos ancianos, un hombre y una mujer, con el pelo muy blanco, plateado diría yo, y a medida que me iba acercando, note una sensación de paz, y amor que se intuía en el ambiente.Allí estaban los dos, el tenia su brazo por encima del hombro de ella, y ella tenia sus manos tendidas sobre sus piernas, como si tuviera miedo de que los reconocieran, y los descubrieran, al pasar les di las buenas tardes, me respondieron con una sonrisa, y ella se sonrojo de tal manera que no pude evitar sonreír, y pararme, y admirar la escena, pedí disculpas por mi atrevimiento, y amablemente el hombre me hizo un hueco en el banco, y con una voz seria pero dulce me dijo: Siéntate hija,¡ tengo que contarte una historia!, ella lo miro sorprendida, y le dio un pequeño golpe con el codo, a lo que el respondió,¡ no pasa nada mujer, tiene cara de buena persona!, solté una carcajada, y comenzó a contarme que tiempo atrás el se enamoro de ella en un baile, que para el fue sus ojos, sus manos, su corazón, en definitiva, sus vida, y que en este momento, y ante la inminente cercanía de la muerte, en el que sus ojos, sus manos, y su vida, se iban a paralizar, debía mimarla, amarla, y ayudarla todavía mas de lo que lo había hecho hasta entonces, para que cuando llegase el momento, ella estuviera en calma, esperando el reencuentro al otro lado de esta vida,ella lloraba, en silencio,y entonces ella con una voz temblorosa por sus lágrimas dijo: sesenta y tres años juntos, y cuando ya no este, seguirán siendo sesenta y cuatro, y los que quiera depararme la vida, les cogí la mano, les di las gracias, porque aquel día me habían enseñado algo que aun hoy llevo a la practica, y es que año tras año, y enamorada, debemos compartir con quien amamos, alma, corazón, y manos.Allí siguieron mientras yo me fui, no sin antes darles un beso y decirles que hasta el final de sus días, había algo que nadie les podría quitar, y era su gran amor y respeto mutuo.Llegue a casa con un nudo en la garganta, cruce la puerta, y comencé a llorar, llame a mi enamorado, y le dije simplemente eso,que "lo amaba".Cuando revele mis fotos, volvieron las mismas sensaciones vividas, y en la chimenea todavía hoy conservo un gran retrato de estos dos seres mágicos.

Gracias por tus visitas, si tienes algo que contarme hazlo, este blog se alimenta de palabras.Un saludo!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida nos llevara a ser mágicos y vivir por siempre juntos, como siempre excelente relato. Te quiero